Comprender el diaconado

Al igual que los obispos y los sacerdotes, los diáconos son ministros ordenados de la Iglesia Católica y comparten la misión y la gracia de Cristo. A través de su ordenación sacramental y sus diversos ministerios, los diáconos están llamados a ser servidores en la Iglesia.

Entre 1962 y 1965, el Concilio Vaticano II autorizó la restauración del diaconado como orden ministerial permanente y decretó que el diaconado podía abrirse a hombres maduros casados mayores de 35 años.

Los primeros diáconos permanentes de la Diócesis de Joliet fueron ordenados en 1974. Actualmente, más de 255 diáconos sirven a nuestra diócesis en parroquias, hospitales, hogares de ancianos, prisiones y otros lugares.

Características de un diácono

Un diácono es un hombre profundamente atento a las Escrituras como un encuentro continuo con Jesús. Ama a la Iglesia y expresa su voluntad de respetar las doctrinas y la moral. Muestra un deseo de evangelizar y proclama públicamente su amor a Cristo y a la Iglesia.

Un diácono posee un deseo profundo de empoderar a los laicos en su papel fundamental como heraldos de la nueva evangelización, introduciéndose en lo más profundo del mundo secular. Está dispuesto emprender la labor vital de defender la enseñanza de la Iglesia sobre la santidad de la vida y la libertad religiosa. Sobre todo, tiene un profundo amor y reverencia por la Sagrada Eucaristía.

Ministerios de un diácono

• Ministro de la Palabra: los diáconos anuncian el Evangelio, predican y enseñan en nombre de la Iglesia
• Ministro del Sacramento: los diáconos bautizan, guían a los fieles en la oración, son testigos de matrimonios y llevan a cabo velatorios y funerales
• Ministro de la Caridad: los diáconos son líderes en la identificación de las necesidades de los demás